(Artículo de National Geographic)

Para los mayas, La Vía Láctea era la senda que conducía las almas al inframundo. Los pawee, un pueblo nativo (norte)americano, atribuían la creación del mundo al dios Tirawa, que envió las estrellas al firmamento para que sustentaran el cielo. Y los fon de África occidental tienen una leyenda según la cual Liza, el dios del Sol, creó el universo junto a su hermana gemela Mawu, la diosa de la Luna, y Da, la serpiente cósmica.

Todo lo que es distante y misterioso, desde las profundidades del océano hasta el espacio exterior más lejano, inspira a los humanos a crear este tipo de historias. Algo parecido pasa con Marte. El símbolo planeta rojo, un círculo con una flecha hacia fuera, representa el escudo y la lanza del dios romano a quien debe su nombre. Su color rojo espectacular y las tempranas especulaciones sobre la posibilidad de que albergue vida inteligente han inspirado desde las ‘Crónicas Marcianas’ de Ray Bradbury hasta ‘La guerra de los mundos’ de H.G. Wells.

Hoy la ciencia nos ayuda a descubrir sus secretos. Sin embargo, mantengo la esperanza de que, ya sea desde una perspectiva científica o literaria, nunca perdamos la capacidad de sobrecargarnos ante las infinitas maravillas del mundo y del universo. (Chris Johns)